Imagínate despertar en Milán y tener un día para pasear por
sus monumentos y degustar la comida italiana de la ciudad.
¿Listo?
En primer lugar hay que hacer etapa en Porta Venezia. Olvídate
del tráfico de Piazzale Loreto, los escaparates de Corso Buenos Aires y entra
en Via Felice Casati. En esta parte histórica de la ciudad que ahora está
colindante con el barrio étnico de matriz africana encontrarás un pequeño oasis
de paz: "The Mint Garden".
Hasta hace unos años era sólo una bonita floristería, ahora es
un bar perfecto para tomar un buen desayuno italiano o un almuerzo. La luz difuminada,
mesas pequeñas, un delicioso café y algunas especialidades: “centrifugados”,
tortitas y cruasanes de diferentes gustos.
El servicio es bueno y la decoración del local persigue la
idea internacional del lugar donde se puede hablar, bromear, tomar una copa o
trabajar a cualquier hora del día. A la espera de la noche cuando también es
posible disfrutar de un cóctel.
Mientras si quieres probar toda una institución de Milán sólo
tienes que buscar la tienda "Princi" más cercana a tu alojamiento. Una pastelería-panadería
donde tomar un gran desayuno con taller de pastelería a vista.
Tras un buen desayuno podéis ir al barrio de Brera y visitar el Jardín
Botánico, uno de los lugares menos conocidos de Milán, echar un vistazo a las
obras expuestas en la Galería de Arte, curiosear en los patios de las casas
nobles, o ser cautivado por una de las tiendas emergentes de la moda milanesa.
Para una agradable pausa café de media mañana puedes sentarte en una de las
mesas de "Di viole e di Liquirizie”. Parece estar sentados en la mesa de
al Sombrerero Loco de "Alicia en el país de las maravillas": té,
galletas, magdalenas, deliciosos pasteles y café, sólo falta alguien que
celebra su no cumpleaños.
Desde Brera puedes llegar fácilmente a la Plaza Duomo, paseando
por la curiosa Via Monte Napoleone, llena de tiendas de la alta moda, o por la Piazza
della Scala. Cerca del Duomo también es posible visitar las exposiciones
temporales del Palacio Real, el nuevo museo del Novecento, ir de compras en
Corso Vittorio Emanuele o pasear bajo la cúpula de la galería.
Para un bocato sobre la marcha aquí hay tres sabrosas opciones.
Puedes, de hecho debes, probar el Panzerotti de Luini, la pizza de Spontini o
probar un bocato en lo último en cuanto a embutidos en la Antica Salumeria Laghetto.
"Luini" no es un restaurante típico. Entras, eliges
tu panzerotto, sales a la calle y te lo comes. Único inconveniente o única
garantía: la cola en la entrada.
Se escribe
"Spontini", pero se lee pizza al corte. Alta, como es típico en
Italia, crujiente por fuera y por dentro suave. Para comer en pocos bocatos en
las mesas del restaurante o para llevar.
A tiro de piedra del Duomo también hay una trattoria con
aire casero, "L’antica Salumeria Laghetto", que ofrece alimentos
frescos y un menú para todos los bolsillos. Se puede comer aperitivos y
primeros o elegir entre los excelentes bocadillos (o la elección de pan
focaccia) preparados con embutidos y quesos de alta calidad, y con un abanico
de salsas delicioso.
Después de un café, te puedes dirigir hacia Corso Torino y
recorrerlo entero hasta las columnas de San Lorenzo, subiendo luego los canales
(los Navigli) o bien coger Largo Corsia dei Servi para llegar al Castillo,
visitar sus salas, reservar tu entrada a
la Última Cena de Leonardo da Vinci o perderse en todas las maravillas de otro
museo, el de la ciencia y la tecnología. Cerca del museo hay también un símbolo
de la ciudad, la iglesia de Sant'Ambrogio.
A esta hora ya será tiempo de tomar un aperitivo. Y qué mejor
manera que tomándose una copa del vino: ir al "SignorVino". Los elementos
básicos para un buen aperitivos están aquí y son muy sólidos. El ambiente es
relajado y agradable, la vista es impresionante (se ven las torres del Duomo),
la selección de vinos es muy amplia, desde los tintos con cuerpo hasta los
vinos espumosos. La comida es sabrosa, tradicional y muy cuidada es la
preparación de los platos.
En Milán el sol cambia los colores de la ciudad de los
rascacielos, sobre todo los nuevos rascacielos; con un cambio de metro se puede
llegar a la Plaza Gae Aulenti y el barrio Isola. En este barrio en los últimos
años han surgido, o resucitado, restaurantes de todo tipo. Uno de ellos es el
''Ex Osteria - Mauri". En el interior propone un ambiente vagamente retro:
mesas y sillas no iguales y las paredes son de ladrillo. La mayoría de los
platos son autóctonos de Milán o de la tradición veneciana revisitada por el
chef de una manera innovadora. El clima es perfecto para una cena informal con
amigos o incluso para una cena romántica. El personal es amable y muy
servicial.
Ya te ha entrado hambre?